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Si las mujeres Negras fueran libres, eso significaría que todo el mundo
debiera ser libre ya que nuestra libertad requiere
la destrucción de todos los sistemas de opresión
(Combahee River Collective Statement, 1977)
El jueves 11 de julio de 2019 me desperté muy temprano con la llamada de un amigo que se encontraba en el aeropuerto de Madrid, España, y necesitaba mi dirección física para completar un trámite previo a abordar el avión hacia San Juan, Puerto Rico. Me cuenta que, en la espera, observó cierta algarabía en la terminal. El exgobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló Nevares, viajaría en el mismo vuelo.
Tan pronto me avisó, pensé que, esa tarde, debía llegar más temprano al aeropuerto de Isla Verde, pues quería unirme a las manifestaciones que anticipé se llevarían a cabo allí, antes de recogerlo y darle la bienvenida a Puerto Rico. La estancia de mi amigo, en su primera visita al archipiélago, se convirtió en una combinación de turismo interno y activismo político. La agenda incluía ir a la playa en la mañana; en la tarde, exigirle la renuncia a Rosselló por las calles del Viejo San Juan. Todo esto mientras sonaba en mi playlist: La Borinqueña (versión revolucionaria en la voz de Danny Rivera), Verde Luz (de Antonio Cabán Vale), Boricua en la luna (de Roy Brown), El wanabí (de Fiel a la Vega) y Afilando los cuchillos (de René Pérez, Bad Bunny e iLe).
Para esa fecha, al gobernador no le quedaba otra opción que admitir su participación, junto a allegados de su gabinete de gobierno, en un chat privado en la plataforma Telegram. El 13 de julio de 2019 el Centro de Periodismo Investigativo divulgó el contenido de 889 páginas:
Los intercambios — que van desde finales de 2018 al 20 de enero de este año — también muestran la fijación y manipulación de sondeos políticos para adelantar la imagen pública del Gobernador y su administración. Esto sin contar las numerosas bromas de índole sexual y chistes misóginos, al igual que burlas sobre periodistas — como Benjamín Torres Gotay a quien llaman “mamabicho” —, grupos activistas como la Colectiva Feminista, políticos de todos los partidos, con énfasis en la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz, y oficiales de la Junta de Control Fiscal como su presidente, José Carrión, y su directora, Natalie Jaresko.
A partir de ese momento, Puerto Rico respondió al llamado de los artistas Ricky Martin, René Pérez, Bad Bunny, entre otrxs artistas, organizaciones, movimientos y colectivos como la Colectiva Feminista en Construcción, y se tiró a la calle masivamente. La manifestación multitudinaria, que tuvo lugar el miércoles 17 de julio de 2019 desde el Capitolio hasta el Morro, da cuenta de la indignación del país. El contenido del chat, si bien incluía a gente del propio partido político de Rosselló y a miembros de la Junta de Control Fiscal, no dejó fuera a ningún grupo marginado y racializado como inferior en Puerto Rico.
A diferencia de otras manifestaciones políticas en las que he participado –en defensa de la Universidad de Puerto Rico o por la excarcelación de Oscar López Rivera – en esta era difícil encontrar caras conocidas a cada paso. No se puede hablar de un único perfil. Allí había gente de todas las edades, de un amplio espectro de tonalidades de piel, cuerpos que se asocian con diversos grupos, causas y clases. Allí hubo de todo. Principalmente, la burla a las personas que fallecieron durante el huracán María, el llamarles “puta” a las mujeres, el tono misógino, homofóbico, racista y degradante de las conversaciones y la celebración de su fraternidad corrupta fueron las raíces de la ira social, intergeneracional e interseccional contra el gobierno de Rosselló.
El amigo extranjero me manifestó lo sorprendido que estaba ante la unión que percibía en el país. Lo comparó con el Movimiento 15-M de España. “Esto es una revolución”, coincidimos después de marchar entre mares de gente con banderas boricuas, corear estribillos y azotar cacerolas en el Viejo San Juan, pasear por el archipiélago observando grafitis que leían “Ricky, renuncia”, leer inmensidad de pancartas con mensajes creativos y diversos de rechazo, ver gente con camisetas y otros accesorios que reiteraban la petición de renuncia o residenciamiento y escuchar a personas hablar, por doquier, sobre el nefasto chat que desenmascaró al ex primer ejecutivo del país. La indignación masiva sorprendió. Para mucha gente, ni siquiera la marcha “Paz para Vieques”[i] en 2000 o la multitudinaria “La nación en marcha”[ii] en 1996 se comparaban con las incesantes manifestaciones que tuvieron lugar desde el 11 de julio, día en que Rosselló Nevares regresó a la isla desde Francia para pedir perdón, hasta el 2 de agosto de 2019 que salió de Fortaleza.
Este es un nuevo país, afirmaron muchxs. La revolución también fue en las redes sociales, que jugaron un papel importantísimo en esa coyuntura política que no le dejó otra opción a Rosselló que no fuese respetar la decisión del pueblo que gritaba al unísono: “¿Dónde está Ricky? Ricky no está aquí. Ricky está vendiendo/robando lo que queda de país”, “Somos más y no tenemos miedo”, “¡Auxilio! ¿Para quién? Para Ricky. ¿Por qué? Porque no puede con el empuje”, entre otras frases emblemáticas de la lucha de un pueblo unido. La gran familia puertorriqueña racializada protestó en la calle sin miedo.
¿Quiénes constituyen la gran familia puertorriqueña racializada? ¿Qué papel político jugaron las mujeres negras en las protestas del Verano 2019? ¿Cómo el feminismo negro ha (re)emergido en Puerto Rico, desde performances musicales – de bomba, plena, rumba y reggaetón – y plataformas como el programa radial NEGRAS? ¿Cuál es la importancia de las intersecciones de raza y género en el análisis de lo que ocurrió en el Verano 2019? Estas son algunas de las preguntas que intento responder en el siguiente apartado de esta breve intervención.
Desarrollo
El 20 de septiembre de 2017 marcó un antes y un después en la historia contemporánea de Puerto Rico. A pesar de que la ineficiencia de las instituciones gubernamentales en el archipiélago se puede trazar temporalmente desde décadas anteriores, el impacto del huracán María afectó significativamente a la nación puertorriqueña. Los efectos naturales del ciclón tropical destaparon la debilitada infraestructura gubernamental. Según se reveló a través de varias fuentes, alrededor de 4,465 personas murieron, y sus decesos pueden vincularse directamente a la falta de servicios y accesos que hubo tras el paso del huracán. En el chat de Telegram, el exgobernador y sus “brothers”, como este les llamaba, también se burlaron de las personas fallecidas. Este hecho fue una pieza clave para la indignación masiva.
La gente que murió era parte de la gran familia puertorriqueña racializada. El discurso nacional puertorriqueño, desde la década de 1950 con la creación del Estado Libre Asociado (1952), celebra la mezcla de las tres razas: del indígena taíno, del blanco español y del negro africano. Esa mezcla que homogeniza a lxs puertorriqueñxs es problemática en tanto acalla la denuncia del racismo – prejuicio y discrimen – que se sobrevive en el archipiélago. En esa práctica institucional y gubernamental celebratoria, se diluye la discusión de las diferencias de raza y clase que emergen en Puerto Rico. Por ello, acuño la frase “la gran familia puertorriqueña”, pero le agrego el adjetivo “racializada”, para hacer hincapié y visibilizar que las víctimas de las instituciones y del huracán María tienen un perfil específico que les coloca, no solo como colonizadxs y ciudadanxs estadounidenses de segunda o tercera categoría, también como puertorriqueñxs sin privilegios a quienes se les coartan sus derechos básicos en la cotiniadidad. Pues si bien todas las personas son racializadas; en Puerto Rico, gran parte de la población – aunque contraste con los resultados del Censo 2010 en el que solo un 12% de la población se autoidentificó racialmente como Black/African American – es racializada como no-blanca. Es en ese espectro donde se encuentran lxs manifestantes del Verano 2019.
¿Por qué no pudieron recibir servicios médicos adecuados y a tiempo? ¿Por qué el Instituto de Ciencias Forenses no fue capaz de realizar las autopsias de cientos de cadáveres que se acumularon en la morgue? Quienes les sobreviven tomaron las calles para protestar. Las mujeres, las personas de la comunidad LGBTTQIA+, la gente pensionada, lxs estudiantes y lxs miembrxs de colectivos y movimientos políticos diversos encabezaron la multitud. El perfil mayoritario de quienes constituían las marchas y que se apostaron por horas y días frente a barricadas de policías armados en la Calle Fortaleza, bautizada como la Calle de la Resistencia, lucía fenotípicamente no-blanco. Por ello, la denominada gran familia puertorriqueña racializada no solo pertenece, en el esquema racial sistematizado nacionalmente, a un nivel inferior; también, se le coloca por debajo en las categorías de género y clase. El Puerto Rico racializado, desde el prejuicio y los estereotipos, es el otro polo del Puerto Rico blanco-(cis)heteronormativo-binario-patriarcal, representado en la ecuación por Rosselló y sus “brothers”.
Aunque miembras del feminismo negro puertorriqueño siguen sumando años a la lucha política por las equidades racial y de género, en el Verano 2019 se visibilizaron sus reclamos más puntuales. Lideresas como Ana Irma Rivera Lassén, expresidenta del Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico y portavoz del novel partido político Victoria Ciudadana; Edda Ileana López-Serrano, secretaria de asuntos de mujer y género del Partido Independentista Puertorriqueño, y Shariana Ferrer-Núñez, portavoz de la Colectiva Feminista en Construcción, son algunas de las portavoces que denunciaron el racismo estructural, la misoginia y el sexismo extraídos del chat, pero que, a su vez, reclaman porque se declare un estado de emergencia ante los feminicidios y la violencia machista que sobreviven las mujeres puertorriqueñas. Estas también lideran la lucha en contra del Proyecto del Senado 950, que busca restringir el aborto y criminalizar a las mujeres y personas gestantes que deciden terminar sus embarazos. De manera que el feminismo negro puertorriqueño se visibilizó en las figuras de tres mujeres evidentemente negras que reclaman al gobierno nacional que se salvaguarden íntegramente las cuerpas femeninas. Para estas y otras lideresas afropuertorriqueñas, las luchas del país – como el Verano 2019 – tienen que verse desde un lente feminista, antirracista e interseccional, pues la inequidad en Puerto Rico está protagonizada por el rostro femenino no-blanco.
Las mujeres negras, no-blancas y Afrodescendientes – las racializadas como inferiores en Puerto Rico – feministas, además, utilizaron la música como herramienta política de visibilización y lucha. Plena Combativa, Ausuba y las cuerpas danzantes que protagonizaron el “perreo combativo” en las escalinatas de la Catedral San Juan Bautista, del Viejo San Juan, se sumaron a los reclamos de renuncia de Rosselló y de todas las políticas machistas, coloniales, capitalistas y neoliberales que afectan a las mujeres puertorriqueñas. De ahí que se pronunciaran eslogans como: “Sin música no hay revolución”, “La revolución será feminista o no será” y “Si no puedo perrear, no es revolución”. Aunque las tunas y coros (grupos musicales, usualmente compuestos por estudiantes, que cantan serenatas tradicionales que se originan en España y Portugal) cantaron frente a la Catedral del Viejo San Juan, la mayoría de las expresiones musicales durante las protestas eran géneros locales y populares. Justamente, desde las músicas populares se puede explicar cómo se racializan a las personas en Puerto Rico. Las músicas sirven como herramientas para explorar las diferencias entre la población. Arraizadas en culturas Afro-puertorriqueñas y del Caribe, géneros populares como la bomba, la plena, y el reguetón nos ayudan a analizar las idiosincrasias e intersecciones en la sociedad puertorriqueña alrededor de cuestiones de raza, clase, genero, sexualidad, por nombrar solo algunas. Estas músicas que sonaron en las manifestaciones del Verano 2019 calibran la resistencia contra las violencias del Estado; violencias de clase y de género. Con las músicas – letras y bailes – la gran familia puertorriqueña racializada denunció sin tapujos sus quejas y reclamos urgentes (salud, educación, vivienda, seguridad, etc.).
En esta coyuntura histórica, movimientos y colectivos afianzaron sus lazos para conocer cómo lxs puertorriqueñxs sobrevivieron a los estragos institucionales y atmosféricos de 2017 y cuál es la visión de futuro que tienen para sus comunidades vulneradas. Un ejemplo de ello es el Colectivo Ilé que integró nuevas estrategias para unirse a los reclamos post-María y participar activamente en las manifestaciones del Verano 2019. Colectivo Ilé es una organización que encamina procesos orientados a fomentar una identidad racial saludable, que fortalezca y afirme la autoimagen, autoconcepto y valoración de las personas en Puerto Rico. Su misión es educar, organizar e investigar para fortalecer el trabajo antirracista y descolonizador que lleve a generar cambios en el ámbito comunitario, académico, espiritual, psicológico-social, cultural, económico y político. Además, desarrolla alianzas a través de la organización comunitaria, con diversos sectores de la sociedad, para afirmar las raíces africanas, y erradicar el racismo institucional, cultural e individual en Puerto Rico y sus diásporas. Se ha destacado por sus talleres, juntes de saberes antirracistas, consultoría y publicaciones.
El Colectivo Ilé como grupo de mujeres que promueven la educación antirracista y decolonial en Puerto Rico desde 1992, después del huracán María, inició los Calderos de Ideas. A través de estos juntes con mujeres y miembrxs de la comunidad LGBTTQIA+ de todo el archipiélago, se enumeraron la necesidades más apremiantes de estas comunidades marginalizadas por el Estado. Las miembras del Colectivo Ilé estuvieron activas durante las marchas del Verano 2019 y el 25 de julio celebraron el Día de la Mujer Negra y Afrodescendiente enmarcado en el reclamo de renuncia de Rosselló y en pro de que se visibilice el racismo en Puerto Rico para erradicarlo. Posteriormente, han seguido trabajando con el tema del derecho a la vivienda digna y a la pertinencia – un tema cuyo rostro es femenino –, en preparación para el Censo 2020 y promoviendo que más personas se autoidentifiquen racialmente como Black/African American. También, del Colectivo Ilé nació el proyecto radial NEGRAS. Esta plataforma mediática sirve para visibilizar al Puerto Rico racializado como no-blanco y dar continuidad a las conversaciones que se exacerbaron en el Verano 2019.
NEGRAS es una propuesta innovadora. En el marco del Decenio de la Afrodescendencia, 2015-2024, y de cara al Censo 2020, el Colectivo Ilé propone un programa radial semanal que atiende la ausencia de la discusión del tema de la racialización en Puerto Rico. A pesar de que vivimos en un país racializado donde la raza vectoriza a la sociedad y sus interacciones sociales, no se discuten los temas que afectan al país desde la interseccionalidad de la raza ni del colorismo. Ese es el ángulo que se privilegia en las conversaciones que se generan en cada edición de NEGRAS. En cada programa, las recursos son mujeres Afrodescendientes que comparten sus conocimientos diversos para analizar los temas y situaciones que aquejan a las mujeres racializadas como inferiores en el país. Las conversaciones que se generan en el programa de radio dan cuenta de que la inequidad de las mujeres Afrodescendientes tiene su génesis antes del 20 de septiembre de 2017 y que deben continuar apalabrándose aún después del Verano 2019, pues las luchas son múltiples, y el país sigue asediado por fuerzas gubernamentales con mentalidades retrógradas y recalcitrantes en las que subyacen el racismo, la misoginia y el sexismo. Es este espacio, concebido por mujeres visiblemente negras, una trinchera para pensar a un Puerto Rico desde las interseccionalidades de raza y género, y desde donde se produzcan pronunciamientos antirracistas, antisexistas y anticoloniales.
CONCLUSIÓN
En el Verano 2019, la gran familia puertorriqueña racializada protestó en la calle sin miedo. Grupos ya instituidos y otrxs participantes diversxs le exigieron la renuncia a Ricardo Rosselló Nevares. Ese reclamo se extrapola a todo un andamiaje político –bipartidista – corrupto que se ha agenciado del poder en Puerto Rico por décadas. El Verano 2019, que llamó la atención internacionalmente, exhibió explícitamente las desigualdades diversas que sobreviven las personas racializadas como inferiores y no-blancas en el archipiélago. Indudablemente, pensar a Puerto Rico desde las intersecciones de raza y género es pensarlo desde el desmantelamiento de un sistema institucionalizado y normalizado de opresión, desde la revolución decolonial, contestataria, transgresora, humanizada y liberadora.
[i] “Paz para Vieques” fue una marcha de más de 150,000 personas que, unida a actos de desobediencia civil en la isla municipio de Vieques, se llevó a cabo el 21 de febrero de 2000 en San Juan, para exigir el cese de las prácticas militares y la salida inmediata de la Marina de Guerra de Estados Unidos de territorio viequense. El 29 de julio de 2001 los residentes de Vieques votaron a favor de la salida inmediata de la Marina, que ocupaba terrenos viequenses desde la década de los 40. La lucha porque se terminaran las prácticas militares en Vieques se recrudeció con la muerte “accidental” de un guardia local, víctima de una bomba lanzada desde un avión militar. La desobediencia civil que aglutinó a figuras nacionales e internacionales marcó un hito en la historia de las luchas por la descolonización de Puerto Rico. Sin embargo, hoy, los residentes de Vieques siguen inundados en un mar de desigualdades económicas, políticas y sociales. El mar que les une geográficamente a la isla grande es el mismo mar que les separa y les coloca en la estela de la inequidad.
[ii] El 14 de julio de 1996, después de las declaraciones públicas del exgobernador Carlos Romero Barceló de que Puerto Rico no es una nación, se llevó a cabo la “Nación en Marcha”. El pueblo de Fajardo sirvió de escenario para la marcha, una coalición multisectorial que servía de contradiscurso al anexionismo de Pedro Rosselló y de reafirmación de la identidad nacional puertorriqueña. A la par de aquella manifestación multitudinaria, en el hotel El Conquistador del mismo municipio, se llevaba a cabo la reunión de los gobernadores de Estados Unidos.
Este foro también incluye los siguientes ensayos:
Making Space for Decolonial Futures: An Editors’ Introduction, Joaquín Villanueva and Marisol LeBrón
“Esta ‘democracia’ no la entendemos”: On Exercising Democracy in the World’s Oldest Colony, Mónica A. Jiménez
La Calle Fortaleza in Puerto Rico’s Primavera de Verano, Aurora Santiago-Ortiz and Jorell Meléndez-Badillo
“One of the most corrupt places on earth:” Colonialism, (Anti)Corruption, and the Puerto Rican Summer of 2019, José Atiles
Three Poems from the Summer 2019, Ana Portnoy Brimmer
Black Feminist Tactics: On La Colectiva Feminista en Construcción’s Politics without Guarantees, Rocío Zambrana
Puerto Rico’s Coal-Ash Material Publics and the Summer 2019 Boricua Uprising, Hilda Lloréns
Environmental justice movements in Puerto Rico: Life-and-death struggles and decolonizing horizons, Gustavo García-López
The Public Reckoning: Anti-debt Futures After #RickyRenuncia, Sarah Molinari
Puerto Rican Freedom Dreaming: Solidarity and the Radical Protest Tradition, Sara Awartani
Aguadilla, Decoloniality, and the Summer of ‘19, Pedro Lebrón Ortiz
Bárbara I. Abadía-Rexach es comunicadora y antropóloga sociocultural y se desempeña como profesora a tiempo parcial en el Departamento de Sociología y Antropología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. Como miembra del Colectivo Ilé, produce y modera el programa radial NEGRAS en Cadena Radio Universidad de Puerto Rico. Pertenece al Black Latinas Know Collective. Además, es columnista colaboradora de Afroféminas.com y Todaspr.com.